martes, 16 de septiembre de 2008

LEYENDAS Y MITOS






A los niños les decían en Popayán que “Pandiguando”, del sector occidental de la ciudad, próximo al cementerio, se llama así porque el nombre del barrio es un apócope de “Por donde anda el guando”, y éste sería un individuo sin cabeza al que veían de noche por esos terrenos rurales, antes de la urbanización que data de finales de los años 50.

Por otra parte, el mismo individuo sin cabeza, ya no laico sino monje, se convierte en la leyenda del Hotel “Monasterio”, pero nada se oyó de él cuando ese inmueble era edificio del Departamento; allí estaban originalmente y en desorden, los papeles que Don José María Arboleda Llorente ordenó por años, los clasificó y preservó para fundar el hoy internacionalmente célebre Archivo histórico de Popayán.


Volviendo al cementerio –al de Popayán y a cualquier otro- se repiten por todas partes historias al parecer creadas para alejar a los jóvenes de la bebida y de la costumbre de deambular a altas horas de la noche por parajes solitarios: en ciudades y villas y en todos los idiomas se cuenta de un joven (de moto o caballo, según la época y el lugar) que levantó por los lados del cementerio a una chica agraciada; como ésta iba muy desabrigada, el motorista o jinete le prestó su chaqueta para al día siguiente volver a buscarla- más que todo con el propósito de convertirse en su amigo porque había quedado prendada de ella…
Pero la señora de luto que abrió a la puerta en la casa donde la depositó la víspera, la madre o tía de la misteriosa chica, le informó que una dama como la que él describía si vivió allí pero hace tiempo..: desgraciada y prematuramente falleció, lo que ha sumido en interminable dolor a toda la familia…



Otra leyenda de Popayán, más antigua y del lado oriental de la ciudad, habla de “La cueva del indio”, la que presuntamente va a dar al Huila. Parece una idea muy descabellada; el hecho es que no hay un solo testimonio de alguien que habiendo entrado por un Departamento, salió por el otro, después de pasar por los sótanos de la Cordillera central, más tibios que los páramos.

Hay, claro está, leyendas alusivas a los originales habitantes de esta meseta, los pubenenses; se dice que en el tambo que el cacique tenía por los lados suroccidentales de la ciudad de hoy, las gentes de Belalcázar no repelidas –los pubenenses resultaron de temperamento pacífico, como son los payaneses de hoy-, fueron blanco de moscas y otros insectos (entre ellos niguas, sin duda), lo que les hizo decir: “Fuimos pan de los moscos”, y de allí sale, poniendo las palabras en orden inverso, el nombre “Moscopán”. También se ha dicho que el hoy Morro de Belalcázar es una construcción artificial, pirámide trunca para rituales de los pubenenses, y en su interior hay numerosos vestigios de entierros.


El hecho es que si nos atenemos a la ubicación suroriental de Moscopán y nororiental de El Morro, tenemos que concluir que a los pubenenses les gustaba moverse sólo por el costado este de lo que hoy es Popayán, sin duda para librarse de las congestiones del cruce de La Esmeralda, las que han hecho deseable un tramo hundido de la carrera 17, para que por la calle quinta transite el tráfico a nivel…

También parece legendario el abrazo protector de Julio Arboleda sobre los bellos hombros de la indígena Pubenza, lo que se ve en el cuadro del Paraninfo de la Universidad del Cauca; si el poeta soldado era severo propietario de negros, no parece verosímil que se comportara tiernamente con una indígena…

Y siguiendo con los aborígenes, otra leyenda, al parecer más sustentada, es aquella según la cual gentes de una tribu rebelde iban a caer sobre Popayán, estaban en ese plan en una semana santa del siglo XVII, pero desde las lomas, de noche, vieron la procesión y creyeron ver un enorme dragón o serpiente de fuego… El hecho es que huyeron despavoridos.
Desde luego, las peculiaridades de la celebración de semana santa siempre han dado lugar a leyendas como aquella que dice que en las madrugadas de los días sacros hay duelos de gentes que se disputan los barrotes!

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